JUAN FERRÁN OLIVA. ¡Soy inocente!, exclama la moneda
La población padece la asimetría de un mercado en el que la oferta va a la zaga de la demanda. El mal dura más de medio siglo. Erosiona la motivación del dinero y es fuente de corrupción e ineficiencia. La represión carece de fijador y no es remedio. El buen trato no se estabiliza con leyes, cursillos y buenos deseos sino con la competencia. En el comercio minorista se enfrentan precios de país opulento con ingresos de pueblo paupérrimo. Las dos tasas de cambio antitéticas se contraponen de manera casi insultante. Es un mal inevitable que obedece a la falta de productividad nacional. El mercado es el Talón de Aquiles de la cadena de mecanismos estimulantes. El desequilibrio cubano entre la oferta y la demanda es una excepción mundial. Tal anomalía no puede esperar otros 50 años para ser liquidada.