El 29 de julio de 2019 fueron publicadas tres nuevas resoluciones del Ministerio de Finanzas y Precios (Resoluciones 300, 301 y 302/2019). De ellas, las Resoluciones 301 y 302 establecen el paso a un sistema generalizado de precios congelados, tanto en mercados estatales como privados, sin definir el alcance temporal del congelamiento. (1)
En el caso específico de Cuba, lo que pudiera sintetizar el cambio cualitativo desde un sistema centralizado –con dispositivos secundarios de descentralización- hacia un sistema propiamente descentralizado de planificación y, por tanto, más orientado hacia mecanismos económicos -que es la jerga actual que se utiliza para referirse al mercado sin llamarlo por su nombre- es el enfoque de formación de precios que se utilice. Como siempre aclaro, esto no tiene que ver con el “libre mercado”. Me refiero a mercados regulados, los mismos que se incluyen en el documento de la Conceptualización.
Es suficiente el espacio político que, en principio, ofrece ese documento para avanzar de manera relativamente rápida hacia un sistema de planificación descentralizada. Si ello no se aprovecha, ese es otro problema.
En ese sentido, la decisión de pasar a un sistema de congelamiento general de precios en Cuba indica dos cosas: la supremacía de mecanismos administrativos y el anclaje de la planificación en un esquema centralizado. Es el equivalente económico de un coma inducido y sus múltiples consecuencias pudieran ser significativas.
La paradoja de utilizar la rigidez para un sistema que necesita flexibilidad
Lo que intenta hacerse es gestionar un posible desbalance entre oferta y demanda amplificando la rigidez de todos los tipos de mercado (estatales y privados) al convertir en invariable el precio, precisamente el factor cuya flexibilidad es clave para que operen los procesos de equilibrio macroeconómico.
La decisión parece indicar que no se confía en un ajuste mediante el incremento de la oferta, de manera que trata de impedirse el ajuste que debería producirse por la vía de la demanda: un aumento de precios que reduciría la demanda agregada en términos reales.
El problema es que congelar formalmente los precios no evita que estos crezcan en un mercado negro que pudiera ampliarse. También pudiera zafarle las costuras al sistema económico por otras partes: inversión, empleos y salarios.
Un congelamiento de precios inevitablemente modifica la dinámica de ingresos relativos y las expectativas respecto a estos. En su condición de “señal” económica para asignar recursos, un congelamiento de precios puede indicar que no es redituable invertir y ello inevitablemente va a impactar empleo y salarios.
El congelamiento general de precios pudiera estar expresando la urgencia política de concederle coherencia a posteriori a una decisión del lado de la demanda que se tomó con flancos abiertos en el lado de la oferta.
En principio, importaciones adicionales de alimentos de aproximadamente 100 millones de USD por semestre pudieran servir para equilibrar, en el corto plazo, la demanda extra que pudiera derivarse de mayores salarios y pensiones en cuanto a los alimentos, el componente mayor y más sensible.
La solución de mediano y largo plazo radica, naturalmente, en un incremento de la oferta de alimentos y ello requiere inversiones, una mayor efectividad de estas, e incentivos que pudieran materializarse en incrementos de productividad agropecuaria, pero con los precios congelados eso no debe funcionar.
Del congelamiento a jugar con el fuego
No es necesario aclarar que la producción nacional de alimentos es una actividad crucial desde el punto de vista económico, social, político y de la seguridad nacional de Cuba. Es un área donde la “experimentación” económica requiere prudencia, inclusive cuando se trata de ensayar experiencias que han funcionado en otras partes.
Mucha más cautela debe tenerse cuando se trata de ensayar con medidas que no han funcionado en ninguna parte, como sería un congelamiento de precios, algo que solamente tiene una racionalidad temporal y limitada, en condiciones muy extraordinarias de “choque de oferta”, la cual no es obviamente la situación actual de Cuba.
El congelamiento de los precios que se pagan a la “salida del surco” es una noción extraña para un país que durante siglos entendió muy bien (sobre todo por el azúcar) que si hay algo que no puede ser inflexible en Cuba son los precios agrícolas.
Es precisamente la variabilidad de los precios lo que tradicionalmente ha ofrecido la flexibilidad que se necesita para responder a “choques de oferta” en una actividad tan sujeta a variaciones de muy distintos tipos.
El sistema de precios predominante en Cuba para los productores agropecuarios es el de Acopio, precios que tienen un considerable nivel de desconexión respecto a los procesos de equilibrio de oferta y demanda del país. Ese sistema incluye un minucioso listado centralizado de precios para muchos productos, formados principalmente por el método de gastos. Es un tema que los propios especialistas del Ministerio de Finanzas y Precios han analizado críticamente, pero que todavía no ha sido modificado sustancialmente. (2)
Para apreciar el posible impacto negativo del congelamiento de precios de acopio debe partirse de cuatro características del agro cubano: una oferta inferior a la demanda, una ineficiente utilización de la inversión, un peso decisivo del sector privado y una productividad relativamente baja y con trayectoria variable.
He abordado anteriormente el tema de la insuficiente oferta, de la ineficiente inversión y del peso decisivo del sector privado en el agro. A continuación, se muestran gráficos relativos al tema de la productividad.

Aunque ambas mediciones de la productividad han tenido trayectorias tendenciales parecidas, la variabilidad de la productividad del agro es notable.
Una de las posibles implicaciones es que se trata del tipo de fenómeno que necesita mecanismos flexibles de gestión, principalmente los precios. ¿Cuál es entonces la evidencia que pudiera justificar la utilización de un enfoque rígido de precios (su congelamiento) en el marco de un sector cuya productividad a largo plazo registra oscilaciones considerables?

Siendo el sector que ofrece más empleo en la economía cubana (783 mil trabajadores) su bajo nivel de productividad –aproximadamente la quinta parte de la productividad promedio del país- limita el aporte del sector al Producto Interno Bruto (PIB). Si la productividad del agro creciera, ello no solamente tendría un impacto en el incremento del PIB, sino también en asuntos cruciales como son la seguridad alimentaria y una posible reducción del precio de los alimentos, lo cual se traduciría en incrementos del salario real.
Lo que no debe perderse de vista es que el crecimiento de la productividad del agro requiere inversión e incentivos para utilizarlos eficientemente. El precio de acopio es uno de los factores que determinan el nivel de ingresos de los productores y con ello es un factor que influye en la inversión, tanto en su condición de fuente de recursos (ahorro), como en cuanto a incentivos (rentabilidad).
El congelamiento de precios de acopio es un factor que limita al productor agropecuario sus posibilidades de obtener ingresos que se dedicarían a invertir, reduce los incentivos y aumenta los riegos para invertir, y para hacerlo de manera eficiente.
Con este asunto del congelamiento de precios de acopio, no hay otra opción que repetir algo dicho recientemente a propósito de otra medida: en principio, parece un disparate al cuadrado.
Resumiendo,
La reciente alza de salarios y pensiones ha sido ensalzada como una medida audaz, pero lo que parece ser una audacia mayor es intentar promover el crecimiento económico del país con un sistema económico rígido que obstaculiza equilibrios macroeconómicos y la asignación eficiente de recursos.
En las últimas horas ha estado especulándose acerca de que el congelamiento generalizado de precios pudiera ser una medida temporal. Eso no lo aclara las resoluciones emitidas por el Ministerio de Finanzas y Precios, aunque quizás fuese así. Conviene tener en cuenta que las calamidades económicas también ocurren en el corto plazo.
Notas
1 Resoluciones 300, 301 y 302 de 2019. Ministerio de Finanzas y Precios. Publicada 29 de julio de 2019 https://www.gacetaoficial.gob.cu/pdf/GOC-2019-EX16.pdf
2 Silvio David Gutiérrez Pérez. “Propuesta de indicador objetivo para evaluar los precios formados por el método de gastos en el sector agropecuario”, REVISTA CUBANA DE FINANZAS Y PRECIOS Vol. 2, No. 2, abril – junio, Año 2018, pp. 126-138. http://www.mfp.gob.cu/revista_mfp/index.php/RCFP
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