Leyendo los bodrios recientemente publicados en insomnes sitios y en otros “post” mercadillos de la “denunciología” queda la impresión de que “eso ya lo he visto”.
Inevitablemente recuerdan un clásico de la literatura política del siglo XIV: el célebre “Manual de Inquisidores” del teólogo catalán Nicolau Aymerich.
Aymerich, también conocido por su nombre en latín –Nicolao Eymerico- sabía bien de lo que escribía pues ejerció, con particular esmero, las diligencias del Santo Oficio. Fue, nada más y nada menos, que el Inquisidor General del reino de Aragón. Trabajó con tanto celo que se pasó de rosca y tuvieron que pedirle que se dedicara a desempeñar otras funciones, una especie de “plan piyama” medieval.
Parece que sus superiores consideraron que esa amplia experiencia en el combate contra la herejía no podía ser desaprovechada y fue entonces cuando Eymerico puso en blanco y negro una diáfana serie de recomendaciones “procesales” en materia de Inquisición durante una estancia en Aviñón, a la sazón ciudad Papal.
El titulo completo de su obra, cuya publicación se estima que tuvo lugar en 1376, es “Manual de Inquisidores. Para uso de las inquisiciones de España y Portugal.” También se le conoce por un título más corto, pero más difícil de pronunciar: Directorium inquisitorum.
El capítulo primero –“De la formación y sustentación de las causas”- pudiera ser de interés para algunos “comentaristas” políticos que retozan por el ciberespacio haciendo sus “aportes” al debate político cubano.
Algunas de las recomendaciones de Eymerico parecen tener resonancia actual. Por ejemplo, aquello de que “Cuando la delación hecha no lleva viso ninguno de ser verdadera no por eso ha de cancelar el inquisidor el proceso”.
Pueden leerse en algunos blogs imputaciones tan gruesas como la connivencia del “denunciado” con el terrorismo, que son derivadas –con pasmosa tranquilidad- de lo que dicen comentaristas no identificados o comentaristas conocidos que, aunque son considerados como merecedores de la hoguera, cuando conviene, se hace como si les tomase en serio. Por supuesto, la interpretación alucinante de las fotos también se usa como material inquisidor.
Se convierte tan “honorable” información en un barrenillo, probablemente con la intención de que el presumible hereje se rebaje a responder, para tratar de “pescar” cualquier cosa que pudiera servir para seguir alimentando la hoguera inquisidora.
Si algún lector encuentra una similitud con la manera inquisidora en que en esos blogs se invocan fundaciones, eventos, entidades de todo tipo, publicaciones, embajadas, o lo que se encuentre a mano, no es pura coincidencia. En ese sentido, casi 650 años después, “el cuartico está igualito”.
Sin embargo, más allá de compartir con los inquisidores medievales el regodeo con la intolerancia visceral, los ciber-inquisidores de hoy se quedan muy por debajo de la elegante racionalidad normativa de Eymerico. Una racionalidad torcida, pero mucho mejor articulada que las matracas que publican los inquisidores por cuenta propia (o quizás por encargo) de la blogósfera cubana de nuestros días. Quizás la lectura de Eymerico pudiera ayudarlos.
Dos ejemplos:
Pudieran aprender de Eymerico como tratar de lucir respetables, aunque no lo fuesen:
Dijo Eymerico que “es peculiar y nobilísimo privilegio del tribunal de inquisición que no estén los jueces obligados a seguir las reglas forenses, de suerte que la omisión de los requisitos que en derecho se requieren no hace nulo el proceso, con tal que no falten las cosas esenciales para determinar la causa… en cuanto a las cosas esenciales, se han de desempeñar, con tanta puntualidad, como si se procediera conforme a las reglas del derecho”.
No se pide a los ciber-inquisidores que no hagan trampas, sino que por lo menos las hagan con cierto garbo. Por el momento, parece que seguirá tolerándose que continúen saltándose el derecho, pero por lo menos deberían aparentar que el derecho les importase algo. Cuando acusen, deberían tratar de elaborar mejor “las cosas esenciales para determinar la causa”.
Si van a afirmar que alguien es portavoz del neoliberalismo, del imperialismo, de la Confederación de la Guerra de las Galaxias, o de algo por el estilo, deberían recordar a Eymerico y hacer un esfuerzo por conectar causa y efecto, ese gran agujero negro de la “denunciología” de la blogosfera cubana. Está fuerte eso de que haya que creerles, “de a Pepe”, que alguien va a un evento y sale automáticamente siendo el portavoz de quien financió o de quien organizó el evento.
La cofradía inquisidora criolla también pudiera beneficiarse de la sabiduría de Eymerico, quien recomendó prudencia, aun cuando el asunto consista en tratar de lanzar festinadamente a ciudadanos y entidades a la hoguera del desprestigio público.
Dijo Eymerico que “las mismas pesquisas se pueden hacer contra uno que no está tildado de hereje, pero en tal caso se ha de haber el inquisidor con mucha prudencia y sigilo por no perjudicar de ligero la honra y el buen nombre del ciudadano”
Nadie pide a los ciber-inquisidores, que no hagan sus pesquisas, si es eso es lo que les dicta sus conciencias, si a eso es a lo que los impulsan sus pesadillas, o si les conviene a sus intereses materiales concretos porque ya sabemos que de algo tienen que “vivir”, aunque se presenten como defensores de ideales. Sería demasiado pedirles que desistan de transformar en herejías lo que son discrepancias, pero por lo menos no deberían proceder con tanta ligereza.
Tratan como herejes a quienes no lo son y reparten demasiados calificativos a diestra y siniestra. Si van a seguir en el negocio de la inquisición, entonces deberían escuchar al viejo Eymerico: ¡prudencia!
No deja de ser una ironía que un manual para represores del Santo Oficio del siglo XIV sea más avanzado en cuanto a “etiqueta” inquisidora que lo que hoy se observa en la blogósfera. Supongo que es lo que sale cuando se juntan la infamia y la incultura. También es el tipo de mezcla que hay que tomarse con cierta dosis de humor. Ni como copia funciona bien.
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