En los años noventa, ante el colapso de la Unión Soviética, Cuba reaccionó, y además de llamar a la resistencia, introdujo cambios en la Constitución y en la práctica política. En medio de la mayor crisis de su historia, cuando el bloqueo estadounidense se recrudeció y el cerco político sumó incluso a países que fueron antiguos aliados, bajo la dirección de Fidel Castro, se introdujeron reformas políticas e ideológicas trascendentales.
En 1992 se reformó la Constitución para suprimir el ateísmo, eliminar el carácter ateo del estado, y entronizar el laicismo, aceptándose el ingreso de los religiosos al partido comunista y al parlamento. También se adoptó la fórmula del voto directo para la elección de los diputados nacionales y provinciales. Entonces se legalizó la inversión extranjera privada.
Sin vacilaciones y sin temores de que el dinero pudiera socavar los principios socialistas, se autorizó la recepción, por todos los ciudadanos, de remesas en dinero y en especie desde el extranjero, principalmente desde Estados Unidos, cuya cifra en conjunto (dinero y especie), actualmente puede estimarse en un entorno que supera los tres mil millones de dólares anuales.
En un contexto de crisis, se reintrodujeron los mercados libres campesinos, y se amplió el número de oficios y tareas que podían ser ejercidas por trabajadores no estatales. Entonces el trabajo por cuenta propia fue concebido como una modalidad de empleo de emergencia, y un paliativo capaz de absorber a una masa de trabajadores liberados por las empresas estatales, y no como una herramienta para el desarrollo, condición que todavía no alcanza.
Bajo la presidencia de Raúl Castro, entre otras muchas medidas se entregaron a particulares tierras ociosas, y se levantaron prohibiciones para la venta de casas y automóviles, creándose el embrión de lo que pudiera ser un floreciente mercado inmobiliario y automotriz. El acceso de los nativos a los hoteles operados con divisas impulsó el turismo nacional, y el disfrute de la telefonía móvil promovió una de las actividades más dinámicas de la economía local, a la vez que se auspició la inversión extrajera y se amplió la conexión a INTERNET. Un paso trascendental fue la flexibilización de las políticas migratorias.
No obstante, como si existiera una invisible e injustificada barrera psicológica, la audacia mostrada al aplicar las reformas que modificaron la naturaleza y el perfil ateo del estado, el parlamento y el partido introdujeron la elección directa de los diputados, mientras otras se frenaron en el umbral de la economía, donde prevalece la cautela.
Ejemplo de ello son la falta de voluntad política para fomentar las cooperativas en sectores no agropecuarios, favorecer la entronización de micro, pequeñas, y medianas empresas privadas nacionales y extranjeras, solucionar los problemas que acarrea la no existencia del comercio mayorista, así como atenuar el monopolio del comercio exterior en pequeña escala.
Lo peor que le ocurre a la economía cubana no es que esté regida por conceptos ideológicos, sino que tales presupuestos, copiados del modelo soviético, son erróneos, cosa probada en la ineficiencia que condujo al estancamiento y falta de competitividad, lo que favoreció el fin de aquella experiencia.
En la Isla no se comprende que el estado socialista cuenta con suficiente poder real y plasticidad no solo para convivir con el sector privado, sino para involucrarlo en una estrategia de desarrollo nacional, y convertirlo en aliado y herramienta el objetivo de luchas por el bien común y salvar el socialismo.
Poner límites al incremento de los lucros, no solo es económicamente erróneo, sino ideológicamente equivocado. La riqueza no es intrínsecamente perversa, ni necesariamente antinacional, como tampoco la pobreza es virtuosa. De establecer equilibrios no solo se encarga la mano invisible del mercado, sino también la muy visible del estado socialista, que cuenta con mecanismos reguladores o puede crearlos. Se trata de nuevas expresiones de la dialéctica.
En la coyuntura actual y según el curso previsible de los acontecimientos, a tenor con los cuales no es probable un levantamiento del bloqueo estadounidense, y las previsiones de crecimiento de la economía cubana no llegan al dos por ciento anual. Más preocupante que el aumento o la concentración de la riqueza es el incremento de la pobreza, y la precarización del socialismo. Allá nos vemos.
20/10/2018
El presente artículo fue publicado por el diario ¡Por esto!
http://www.poresto.net/2018/10/20/dificiles-equilibrios/
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