Racionando el diésel en Cuba: lo coyuntural, lo estructural y lo transicional

El actual atasco con la disponibilidad de combustible diésel en Cuba –en principio, durante aproximadamente 25 días de septiembre- ha recibido del gobierno cubano el tipo de respuesta “clásica” que se observa en situaciones similares en cualquier parte del mundo: una restricción forzosa de la demanda, principalmente mediante el racionamiento del combustible.

Es correcto considerar los apagones programados como una medida de última instancia, cuando se hubiesen agotado otras opciones, pues se reconoce ampliamente que el apagón es la manera menos eficiente de gestionar las crisis energéticas.

Las “crisis” energéticas pueden ser de diverso tipo y la gestión de las mismas es por tanto diferente. Cuando de lo que se trata es de la súbita carencia física de un tipo de combustible, en este caso por afectaciones en su llegada al país debido a medidas coercitivas del gobierno de EE.UU, las dos principales opciones disponibles en el corto plazo son la reducción “administrativa” de la demanda y el restablecimiento del suministro que ha sido afectado.

En plazos inmediatos, no es razonable esperar que sean efectivas otras respuestas.

El gobierno cubano ha dicho, considero que, de manera justificada, que se trata de un problema coyuntural, algo que ha causado polémica.

Conviene, por tanto, definir lo coyuntural. En este caso, lo que entiendo que ha explicado el gobierno cubano es que la causa directa inmediata de la afectación de la llegada del combustible fue el impedimento para poder “cerrar” un contrato de embarque especifico, como resultado de la agresión económica de EE.UU. Paralelamente, se ha afirmado oficialmente que se han concluido otros contratos que permiten programar dos embarques de diésel en lo que resta de septiembre y que no se prevén afectaciones posteriores.

Es decir, cuando se produce un efecto (carencia física de diésel) que ha tenido como causa inmediata directa un factor que pudiera asumirse como una causa aislada (torpedeo político de un contrato especifico) y es razonable esperar la vuelta a “lo normal” en plazos breves, el proceso clasifica como un problema coyuntural.

Pero las coyunturas operan dentro de “estructuras”

Un análisis razonado no debe separar sustancialmente lo “coyuntural” de lo “estructural”. En el caso de problema actual con el diésel en Cuba esto opera en dos niveles. Por una parte, la actual coyuntura ha sido condicionada por la “estructura” de un sistema energético que utiliza grupos electrógenos que consumen diésel para producir “carga base”, a diferencia de la mayoría de los sistemas electroenergéticos que normalmente utilizan los grupos electrógenos para casos de emergencia.

En 2018, los grupos electrógenos aportaron el 27,1% de la generación bruta de electricidad, lo que representó un incremento respecto al 22,2% registrado en 2013 (en 2006 habían representado el 16,5%). (1)

La información disponible indica que una planta electrógena como la de Cienfuegos, con una capacidad instalada de 84 MW –equivalente al 60 % de la demanda provincial- consume 33 000 litros de diésel por cada diez horas de funcionamiento. (2)

Adicionalmente, el diésel se utiliza en otras actividades distintas a la generación de electricidad, siendo los principales consumidores en 2018 los sectores de “Transporte, almacenamiento y comunicaciones” (288400 Tm), “Industrias manufactureras-excepto azucarera” (172500 Tm), “Comercio y reparación de efectos personales” (147200 Tm), “Construcción” (132100 Tm), “Agricultura, ganadería y silvicultura” (125500 Tm), y la “Industria azucarera” (104200 Tm).

El diésel es el principal derivado del petróleo que importó Cuba: 1 millón 378 mil toneladas en 2018, una cifra mayor que las 1165500 toneladas importadas de fuel oil, el combustible utilizado en las termoeléctricas. Esto representa una importante modificación respecto a las proporciones existentes apenas seis años antes (2012), cuando las importaciones de fuel oil fueron el doble de las importaciones de diésel.

Entre 2012 y 2018 las importaciones de diésel se incrementaron en 92,3% y es esa creciente dependencia de las importaciones de diésel asociada a una “estructura” del sistema de producción y uso de energía, lo que crea las “oportunidades” para que surjan “coyunturas” como la actual.  

Por otra parte, la actual coyuntura se relaciona con la “estructura” a  nivel de las posibles soluciones a corto plazo, pues las opciones de respuestas inmediatas de las que dispone el gobierno no existen en un contexto de posibilidades “abiertas” ya que el diésel opera dentro de una matriz energética específica, debe ser importado, tiene usos alternativos bien definidos, no tiene combustibles sustitutivos a corto plazo, el país es una isla y el bloqueo estadounidense se ha arreciado con énfasis especial en el área energética.

La discusión acerca de las posibles lecciones que pudieran derivarse de la coyuntura actual para modificar cuestiones de “estructura” que pudieran reducir los riesgos asociados a una creciente dependencia del diésel , puede ser una discusión compleja. Es, en el fondo, un debate sobre la posible modificación de la matriz energética del país, sobre el incremento en la eficiencia del uso de la energía, modelos de consumo, y muchos otros factores.

Sin embargo, es el tipo de discusión que debe partir de que el gobierno cubano tiene un programa sobre ese cambio de estructura. Pudiera ser objeto de discusión, pero tal programa existe, contrariamente a algunas opiniones que se han expresado desde ayer acerca de que no existe un plan para ello.

No he encontrado una versión pública actualizada del programa, pero está disponible “en línea” una interesante presentación publicada en diciembre de 2017 https://slideplayer.es/slide/11976486/

Lo “transicional” y el papel del mercado

El tránsito de la actual “estructura” energética hacia una distinta que reduzca la probabilidad de que se produzcan coyunturas como la actual, involucra múltiples planos y deberá estar acompañada del uso de diversos instrumentos, siendo uno de estos instrumentos el sistema de precios.

En ese sentido, la noción acerca de que el incremento de precios para gestionar desbalances de oferta y demanda de energía es una reacción típica de “economía de mercado” y que en Cuba se gestiona el desbalance sin acudir al alza de precios de la energía es algo que requiere algunas precisiones.

Si bien en el corto plazo y para gestionar una crisis coyuntural de pocas semanas es factible acudir a medidas administrativas de racionamiento y puede prescindirse de la gestión de precios, la transición hacia otra estructura no puede excluir la utilización de sistemas de precios, usualmente empleados de manera combinada con otros mecanismos de restricción de la demanda para determinados tipos de energía.

Se dispone de una vasta literatura sobre el tema, incluyendo numerosos análisis de casos concretos, y existe una animada discusión sobre las diferentes variantes para utilizar los precios en las propuestas de transición energética.

Me limito, por el momento, a señalar que reducir la demanda de energía –sobre todo la generada con combustibles fósiles- necesita la utilización de esquemas de precios de la energía que envíen las señales “correctas” a los consumidores, usualmente “premiando” el ahorro y “castigando” el alto consumo. Es un tema que no solamente tiene aristas técnicas, pues los precios tienen efectos sociales, sobre todo en los grupos sociales vulnerables, pero la gestión de precios para favorecer la transición energética – a mediano y largo plazo- no es solamente algo que deba aplicarse en “economías de mercado”.

Nota

1 ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2018”. Capitulo 10. Minería y energía. http://www.one.cu/aec2018/10%20Mineria%20y%20Energia.pdf

2  Julio Martínez Molina. “Avanza construcción de la mayor central eléctrica diésel del país”, Granma, 31 de marzo de 2017, http://www.granma.cu/cuba/2017-03-31/avanza-construccion-de-la-mayor-central-electrica-diesel-del-pais-31-03-2017-23-03-02?page=3

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