¿Tarjeta roja para el “centro”? Comentando un texto de Elier Ramírez Cañedo

Estimado Elier,

He leído con mucho interés su artículo “Ideas en el centro del debate”, publicado hoy en Cubadebate. Me complace el tono constructivo y el “oficio” que revela el texto. Estimulado por la lectura del artículo, me permito compartir con Ud. algunas observaciones, dudas, y expectaciones.

La afirmación de que Ud. “ve” analogías entre “el autonomismo del siglo XIX cubano, con cierta derecha que hoy asume la máscara de centro –de proyecciones socialdemócratas-”, es sugestiva, pero, en mi humilde apreciación, Ud. no llega a fundamentar esa visión. Dice Ud.–pero no demuestra- que el autonomismo del siglo XIX y esa otra entidad a la que Ud. denomina derecha con “máscara de centro” y “proyección socialdemócrata” se adhieren, ambas, a un tronco común que Ud. caracteriza como “nacionalismo de derecha”.

Como Ud. ha afirmado, además, que “muchos de los autonomistas del siglo XIX terminaron reciclándose en el anexionismo”, parecer ser que el corolario de su “visión” es que “el centro” que Ud. considera que existe en Cuba, además de ser de derecha y socialdemócrata, sería –sobre todo- anexionista (el “anexionismo de hoy“).

En esa lógica, la falta grave sería clasificar como anexionista. Lo demás (derecha y socialdemocracia) serían “tarjetas amarillas”, pero no equivaldrían a la “tarjeta roja” (anexionismo) que automáticamente decretaría la expulsión del juego.

Siguiendo el flujo de su exposición, al ser anexionista, ese centro no tendría legitimidad alguna en el actual contexto político nacional. Bastaría entonces que Ud., u otra persona, “vieran” que alguien pudiera ser metido en el “saco” del centrismo para que fuera excluido de la política nacional (al menos a nivel del debate), o quizás hasta para que tuviera problemas con la legalidad socialista. Aclaro que no digo que se trate de una intención, simplemente trato de identificar posibles consecuencias.

Si he entendido correctamente ese planteamiento de su visión, la posible validación de lo que Ud. “ve” se fundamentaría en probar que son ciertas dos hipótesis:

  1. que el autonomismo del siglo XIX se “recicló” en anexionismo; y
  2. que lo que Ud. llama “centro” sería efectivamente una posición política anexionista en el marco político nacional actual.

Si no se cumpliese la primera, se desmoronaría la supuesta “analogía” entre el autonomismo y eso a lo que Ud. llama “centro”, sin necesidad de evaluar siquiera si lo que Ud. llama “centro” fuese anexionista.

Si no se verificase la segunda, se derrumbaría la “visión” del supuesto anexionismo de eso a lo que Ud. llama “centro”.

En realidad, si la segunda hipótesis -que es la crucial- no fuese válida, aun en el caso de que la primera lo fuera (autonomismo del siglo XXI reciclado en anexionismo), se hundiría todo su argumento, por partida doble:

i) eso que Ud. identifica como “centro” no sería anexionista, y

ii) poco importaría que el autonomismo del siglo XIX se hubiera reciclado como anexionismo porque de todas maneras no podría ser “análogo” (anexionista) a algo (a lo que Ud. llama “centro”) que no sería en sí mismo anexionista. No habría analogía posible entre entidades esencialmente distintas.

Alguien pudiera decir que trato de “enredar” las cosas, pero –hasta donde entiendo- es así como funciona el pensamiento lógico.

Lo que creo que pudiera “enredar” las cosas es que se trate de hacer pasar como un dictum una “visión” que no ha sido argumentada con evidencias, ni explicada lógicamente.

La discusión sobre la primera hipótesis se la dejaría a los historiadores. A Ud. y a otros que quizás quisieran contribuir. No es mi especialidad y no puedo emitir un juicio calificado sobre el tema. Lo que me atrevo hacer es señalar un par de dudas, desde mi modesto entendimiento de algunas lecturas.

En primer lugar, siendo un hecho que tres secretarios del primer gabinete de Estrada Palma eran conocidos autonomistas (Zaldo, Garcia Montes y Terry), también es un hecho que otros importantes autonomistas (quizás el caso más significativo es el de Rafael Fernandez de Castro), estuvieron en el bando opuesto que apoyó a Masó. Obviamente, no puedo hacer un balance general del “reciclaje” de los autonomistas, pero pudiera ser que las cosas fuesen más complicadas (es decir, que otros no se reciclasen como anexionistas) y por tanto se agradecería una explicación más detallada del asunto para beneficio de quienes no somos expertos en esta área. No es una simple curiosidad intelectual, es que -por lo que Ud. dice- eso pudiera tener relevancia política actual.

En segundo lugar, no queda claro que la influencia real de los autonomistas en ese momento hubiera sido tan significativa para el desarrollo de lo que Ud. denomina un nacionalismo de derecha, en los inicios de la República. De nuevo, no puedo emitir una opinión calificada sobre el asunto, pero hay algo que chirria en el argumento de que personajes como Zaldo, Garcia Montes y Terry hayan tenido más peso en la política cubana de entonces que Emilio Núñez, José Miguel Gómez, Méndez Capote, Freyre de Andrade, Rius Rivera, y otros mambises. ¿Quiénes tuvieron más peso real en instaurar gobiernos neocoloniales en Cuba?, ¿Esos patriotas independentistas, o los autonomistas? Este es también un asunto respecto al que se agradecería una valoración de parte de los especialistas.

La discusión sobre la segunda hipótesis requiere aportar datos concretos. El supuesto carácter que Ud. le adjudica al “centro” de ser de “derecha”, “socialdemócrata” y “anexionista” requiere evidencia, lo cual –en principio- no debería ser difícil pues se supone que cada uno de quienes han sido metidos en el saco del “centrismo” han expuesto –casi siempre por escrito- lo que piensan.

Aquí pudieran ocurrir situaciones muy diversas, desde que hubiera evidencia respecto a que algunos tuviesen una inclinación por la “socialdemocracia”, pero no por la “derecha”, hasta que existiese evidencia de que hay marxistas metidos en ese saco, que no son ni socialdemócratas, ni de derecha, y mucho menos anexionistas.

La pregunta es entonces ¿Cuál sería el denominador común para “ensacarlos” a todos en un mismo recipiente con la etiqueta de “centristas”?

La respuesta que Ud. ha sugerido es que ese denominador común consistiría en que todos pudieran compartir una vocación anexionista, en cuyo caso habría que tomarse el trabajo de precisar los parámetros de lo que se considera exactamente como anexionismo en la Cuba de 2017.

Sobre todo, habría que demostrar –con datos y con una explicación razonada- que cada uno de los “centristas” –no simplemente la abstracción y/o la caricatura general que de ellos se hace- pudiera ser considerado como “anexionista”, habiendo definido previamente que se entendería por tal cosa.

Una aclaración importante: no estoy solicitando necesariamente que se haga una investigación social rigurosa y abarcadora sobre el tema. Ojalá fuese posible, pero probablemente eso sería pedir demasiado en el contexto actual.

Lo que respetuosa y cordialmente estoy sugiriendo que pudieran hacer Ud. y otros que “ven” el centrismo, es que contribuyan -a partir de evidencia y análisis concreto- a facilitar el entendimiento del asunto mediante una explicación coherente respecto a las clasificaciones ideológicas en el marco actual de la política concreta de Cuba.

Cuando Ud., y otros, le dedican tiempo y recursos del presupuesto nacional a “construir” un artefacto ideológico al que le llaman “centro”, lo que parecen estar haciendo es desarrollar un lenguaje de participación pública en la política, que sería conveniente para alcanzar intereses específicos.

No puedo decir ahora cuáles serían esos intereses, pero si algo enseña el marxismo es que toda acción política conecta con intereses concretos. Eso de las “visiones” abstractas de la política no va con el marxismo, pero le repito que habría que estudiar de manera específica el asunto.

Le llamo la atención acerca de que ese proceso en que Ud. participa –y que está Ud. en todo su derecho de apoyar si cree en él- tiene “costuras” que los demás pueden observar sin mucho esfuerzo.

Una de ellas es que el intento de imponer nuevas “categorías” de ideología política –como esa del “centrismo”- es, por una parte, la contestación del sistema actual de “categorías” que se utilizan en la política nacional (de la cual el “centrismo” no forma parte) y que no facilitan un discurso político polarizado (o conmigo, o “sinmigo”).

De otra parte, también pudiera ser interpretado como un intento por evitar que en una sociedad que se hace más diversa –dentro de los marcos establecidos por el Partido Comunista de Cuba (PCC)- pudieran agregarse al lenguaje político nacional “normal” nuevas categorías como pudiera ser el caso de “reformista”.

Le repito que me parece entendible e inevitable que se produzca este debate ideológico en las condiciones actuales del país.

Comprendo igualmente que Ud. defienda el intento de imponer un lenguaje político determinado en ese contexto.

Supongo que le quede claro que no basta que Ud. “vea” algo para que los demás deban aceptarlo. Todos “vemos” cosas, pero eso no es suficiente.

Estoy seguro de que entiende que este debate apenas está comenzando.

Mucho desearía que el debate se conduzca de manera constructiva.

Saludos fraternales,

 

Pedro Monreal

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