Estimados Benavides, Julio y Humberto Pérez:
Me parecen muy buenos los textos de Benavides y de Julio, así como los comentarios de Humberto al trabajo de Nova. Han hecho precisiones de gran utilidad para abordar el tema. También son muy útiles los elementos que Humberto Herrera nos ha recordado sobre el reciente pasado del tema.
Hay algo sobre lo cual quizás sería útil reflexionar: ¿en qué fase del proceso de política pública se encuentra el país en estos momentos respecto a la unificación monetaria y cambiaria?
Tratar de responder esa pregunta pudiera ser un ejercicio interesante.
Dicho de manera rápida, hacia principios de 2014 había logrado avanzarse hasta la fase de “decisión”. Se había seleccionado un curso de acción y se había transformado en normas. El proceso se detuvo y se regresó a una fase de formulación de políticas (identificación de variantes), que parece que todavía es la fase en la que estamos. Pudiera ser -pero eso no lo sabemos con certeza- que se hubiera llegado de nuevo a una fase de decisión sui generis, muy distinta a la de 2014, pues esta vez la decisión pudiera ser adoptar un curso de “no acción”.
En ese sentido pudieran hacerse cinco preguntas:
- ¿Es razonable pensar que pudiera hacerse un anuncio, en el corto plazo, sobre una decisión para implementar la unificación cambiaria en breve, sin contar con el sistema empresarial, de planificación, de precios y de salarios que se requiere para que una devaluación no conduzca a una situación peor que la actual?
- ¿Hasta qué punto puede funcionar una combinación de devaluación de y creación simultánea de condiciones básicas (empresa, plan, precios, salarios) que hoy no están ni remotamente creadas?
- ¿Qué es lo que impide que esas condiciones que no se han creado hasta ahora, de pronto se abordasen al unísono en medio de un proceso tan desestabilizador como una devaluación?
- ¿Qué datos y análisis necesitaría el gobierno que le dieran los especialistas para poder tomar una decisión para actuar?
- ¿Acaso estaríamos en una situación tal que no importaría lo que digan los datos y los análisis?
Creo que es muy difícil argumentar a favor de una devaluación si no se ponen en la mesa los estimados de incrementos de precios (o el costo del subsidio para no hacerlo, o el costo de los impactos negativos que saldrán por alguna parte del sistema económico si los precios internos no reflejan los precios internacionales), si no se estima (en un rango) la respuesta de capacidad de exportaciones y de importaciones frente a la devaluación, si no se estima con precisión aproximada el efecto de irrentabilidad sobre las empresas y si no se hacen estimados claros sobre el potencial desempleo y su efecto en la productividad y en el costo de los programas de compensación.
Sin ese tipo de datos, va a ser difícil tomar decisiones.
¿No van a modificarse los precios de una economía abierta si cambia sustancialmente el precio relativo más importante de la economía (la tasa de cambio)?
¿Puede responderse esa pregunta solamente a partir de suposiciones o solamente desde la teoría?
Creo que el asunto está claro. O nos movemos hacia un análisis más “fino” sobre el asunto (con evidencia convincente), o los argumentos que podamos ofrecer no van a tener fuerza explicativa suficiente como para poder ser considerados por quienes deben tomar las decisiones.
Un abrazo,
Pedro
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